La pausa «rápida».
Lo he escuchado en la radio. Un locutor ha dicho que iban a «hacer una pausa rápida». Y me he empezado a preguntar cómo se las apañaría para dar rapidez a la inmovilidad. Ya sé, ya sé que es una manera de hablar mal, pero una manera de hablar admitida por aquéllo de que el idioma es algo vivo… etc. pero también lo es el cáncer y todo el mundo se preocupa por acabar con él.
Porque pausa significa cesación y adjetivar como «rápida» a una pausa es un contrasentido que puede hacerle un nudo a la neurona del más avezado pensador. Si lo que pretendía decir el hablador era que la pausa iba a ser de poca duración debería haber empleado otro adjetivo: «breve», «corta», hubieran estado bien.
Se habla mal en la radio y en las relaciones interpersonales y se disculpa diciendo que es un modo coloquial de comunicarse. Sería mucho mejor que lo coloquial fuera, además, gramaticalmente correcto.
La palma se la llevan, con mucha diferencia a su favor -es decir en contra- los locutores de deportes. Por lo que veo pasando por los canales de televisión en los que hay tertulias, esos señores son unos maleducados que no dejan que ninguno de ellos termine el argumento, el ¿razonamiento? que haya emprendido. Se quitan la palabra de la boca, gritan más que el oponente y esgrimen unos argumentos de lo más peregrino. Por si fuera poco, alumbra «perlas» como lo de «el balón dividido». Siempre espero ver saltar en gajos como los de una naranja la dichosa pelota y nunca sucede pese a que en cada partido hay varios de esos balones.
Y son gentes que no dan buen ejemplo a la juventud; siempre buscan la manera de que el equipo de sus amores sitúe a «Mangurrín» en la posición de medio pivote externo con balcones, porque es en la que «puede hacer más daño», que parece ser que es de lo que se trata, no de meter más goles. Yo es que me pierdo ya con lo del fútbol y los personajes que pululan a su alrededor. Baste decir que el mandamás de España, que es el presidente de la federación,dice «fúrbol» para darse cuenta de que «cuius regio eius religio».
Y se alaba lo que «bordea» el reglamento, está fuera de él o es, sencillamente, antideportivo. Del que saca una falta sin esperar a que el adversario esté colocado se dice que es «el más listo de la clase», cuando lo que realmente demuestra es ser un «marrullerete» que se aprovecha del reglamento. Cuando un jugador es «de los de su cuerda» y entra bruscamente, es un jugador que «va al choque», mas ¡ay del que no es de los «suyos»! Sucio, violento, casi de asesinato tildarán al que se atreva a entrar fuerte
Y no voy a decir apenas nada si el «entrado» es una de las estrellas que brillan con luz propia en nuestro estelar firmamento, esas que cobran más al año que el presupuesto de algunos estados, entonces la palinodia es para echarse a temblar.
Bueno, me voy a hacer una pausa.