Parece mentira escuchar y leer lo que se dice y lo que se escribe por estos pagos en relación con la situación crítica de España. Parece que lo que hace el Gobierno no le gusta a nadie, claro. Tampoco le gusta a un enfermo que le corten una pierna, o las dos, si de lo que se trata es de salvar su vida. El error puede estar en el diagnóstico y ése s en el que se ceban los críticos con las decisiones del Gobierno.
Resulta que hemos estado aplicando las políticas, que ahora se echan de menos (?), con unos resultados catastróficos que nos han llevado a la situación en la que nos encontramos. Pues bien, los detractores del diagnóstico pretenden que se sigan aplicando las mismas -o similares- políticas. Ahora resulta que si reducimos gastos no creceremos. Personalmente creo que en la situación en la que nos encontramos no hay más remedio que dejar de gastar, mal que nos pese, y empezar a vivir en situación de no “estirar más el brazo que la manga”. Si se llega a una adecuación entre coste de la vida e ingresos de las familias, con un adecuado coste de producción, la reactivación vendrá por la competitividad de nuestros productos en el exterior. Parece que nadie se da cuenta de que lo que produzca el comercio interior no “enriquece” a una nación. Lo que la enriquece es lo que se ingresa desde fuera. Si tenemos mil y los vamos cambiando de manos seguiremos teniendo mil… unas veces unos y otras veces otros, pero mil. Si entran quinientos de fuera, tendremos mil quinientos… Si seguimos haciendo circular esos mil como un caramelo en la boca de un viejo, no adelantaremos nada y seguiremos, como gatos recién nacidos, a los pies de los caballos.

A mi entender, el gran fallo del Gobierno del señor Rajoy – que le costará el poder en las próximas elecciones, si logra terminar la legislatura y no tiene que irse antes- ha sido el de no empezar recortando por arriba. No se ha dado cuenta de que los cimientos no soportan la carga de las cúpulas. Los egipcios truncaron la pirámide truncada cuando se dieron cuenta de que el peso de “lo de arriba” no podía ser soportado por “lo de abajo”, así es que decidieron no someter a más presión a las bases y “recortar” lo que iban edificando arriba.
Si D. Mariano, en lugar de poner cara de póquer y desdecirse de lo que había dicho, se saca de la componedora de decretos uno que hubiera liquidado el Senado, la gente hubiera aplaudido hasta con las orejas; los políticos no, pero el pueblo llano hubiera visto un atisbo de esperanza que se hubiera incrementado si se hubiera tomado otra decisión inmediatamente después de la primera: dejar las Autonomías en los huesos, con unos presupuestos fijos y controlados sin posibilidad de endeudamiento alguno. A partir de ese desmantelamiento del Estado de las Autono “suyas” con el ahorro consiguiente en televisiones autonómicas, aeropuertos, estaciones de AVE, gastos de funcionariado, de políticos y otras lindezas cuya suma no puedo ni realizar porque me mareo, cualquier sacrificio hubiera sido bien visto por la ciudadanía; pero pretender cargar todo el peso de los recortes en los de abajo es querer salvar el edificio… quitando fuerza a los cimientos en lugar de aligerar por arriba. ¡Ah! y los bancos… sálvese quien pueda, que son sociedades con ánimo de lucro y si nadie ha echado una mano a mi amigo Perico cuando su empresa ha tenido que cerrar… porque no tiene la liquidez necesaria para seguir adelante, no entiendo que se haya de ayudar a quien ha contribuido a hundir la empresa de mi amigo Perico. Que cada palo aguante su vela.
Los que no entendemos de eso tan complicado en que han convertido a la política los políticos, no tenemos otro remedio que aplicar el sentido común a las situaciones con las que nos encontramos. Los políticos, parecen haberse olvidado de que ese sentido existe y de que es aquél con el que razona la mayoría de los electores.
Si uno escucha las tertulias de la radio, mira los programas de televisión y reflexiona después acerca de lo que ha oído y ha visto, se dará cuenta de que “el medio es el mensaje”, es decir, que cada emisora o cadena de televisión procura transmitir el mensaje que conviene a su ideología. Por tanto, ni resuelven ni aclaran nada y parece que nada tenga solución porque los brillantes argumentadores en uno u otro sentido te “llevan al huerto” apenas bajes la guardia. Se hace necesario darse cuenta de que lo que dicen unos contradice lo que sostienen los otros y, claro, discutir si son galgos o podencos hace que unos u otros se nos terminen comiendo. A mi modo de entender, es necesario dejarse de ideologías, de estados del bienestar -que ¡ay! no volverán- y darse cuenta de que cuando los que ahora estamos jubilados teníamos entre veinte y muchos y treinta y pocos años, se nos abrían unas perspectivas tremendas, un plan de vida que nos afanábamos en alcanzar y lo lográbamos por más que los esfuerzos hubieran de ser grandes. ¿Qué les pasa ahora a los jóvenes, mucho más preparados que nosotros? Que han de irse a labrarse un porvenir a otros países… que nos cobrarán las patentes de los productos que estos jóvenes preparados contribuyan a descubrir. Es la eterna canción. Ya vendimos nuestro hierro y nuestro cobre a los ingleses, que nos lo cobraron con creces cuando nos devolvieron el material elaborado a base de la materia prima que se llevaron de aquí.
Y como a perro flaco… llega esa señora de apellido difícil de pronunciar y se queda con YPF. A mí me cae mal REPSOL por las canalladas que ha venido haciendo con los abanderados de “sus” Estaciones de Servicio, pero lo de Argentina me parece un robo en toda regla, lo de Bolivia también pero aquí quisiera encontrarme con una España como la que teníamos con Aznar a la que tanto criticaron los señores de la izquierda, tan buenos ellos para establecer relaciones diplomáticas con países que nos importan un pepino, pero que el “buenismo” imperante en el momento señaló como los amigos necesarios. ¿Cuánta tontería!
Se me olvidaba que entre los recortes, se podrían contar también los de las sinecuras de los políticos que han salido del des-Gobierno anterior. Al señor Rodríguez Zapatero y a sus “ministras” más conspicuas habría que dejarles que se ganaran la vida en empresas del mercado alemán… jajajaja. Para eso nos dejaron a los pies de los caballos.
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