Cosas de José Antonio, para andar por casa…

Aquí se puede opinar con cortesía y "animus iocandi"

Un ejemplo a seguir casi al pie de la letra

No faltan los políticos -de otros países, claro- que renuncian a percibir sus salarios ahora que la crisis aprieta; por ejemplo nuestros vecinos portugueses. El señor Cavaco Silva ha renunciado a los emolumentos que se le venían abonando por  su cargo como presidente del gobierno, unos 140.000 euros al año. Muchos otros -leo que unos 400- ex diputados que acumulaban pensiones vitalicias y salarios públicos, han renunciado a estos últimos dado que en los presupuestos elaborados para hacer frente a la crisis se prohíbe  «acumular sueldos públicos y pensiones del sistema público de jubilación» . Cualquiera llegaría a pensar que le han visto las orejas al lobo, cosa que, por otra parte, no se atisba siquiera por estos lares.

Busto de Agrippina Maior, nieta de Augusto en Segóbrica (Cuenca)

 

Claro que cuando a uno le quedan otros 140.000 euros al año «para malvivir», prescindir de otros tantos no resulta tan doloroso como para el que hubiera de renunciar a 600, teniendo otros tantos de reserva. O sea, que todo es cuestión de proporción y de medida. Lo que resulta ofensivo para la mayoría de los ciudadanos «no políticos» es:

  • el hecho de que haya tantos recovecos para engordar los bolsillos de los que nos gobiernan
  • contemplar cómo los salarios y pensiones de estos mismos sujetos son tan injustamente grandes en comparación con los del común de los mortales.
  • que se atribuya a generosidad ahora lo que antes era desmesura
  • que se pretenda aplicar la misma regla a todos cuando, como hemos dicho, el bruto en mano para seguir sobreviviendo es tan diferente en unos casos de otros.
  • que nuestros políticos sigan haciendo el «don Tancredo » hasta el momento; en el «Far West» ya estarían muertos por su lentitud a la hora de «sacar».

Ya sé que esta prédica es predicar en el desierto, pero no me cabe duda de que alguien que me lea y piensa acerca de lo escrito termine diciendo que tengo razón. Es que una de las cosas que más echo de menos en esta época en que vivimos es la aplicación del sentido común a la vida diaria.

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