Cosas de José Antonio, para andar por casa…

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La que está cayendo

Me pregunta un amigo francés  «si los almendros ya están en flor». He de decir honestamente que no había caído en la posibilidad de la floración de tan bellos -y útiles- árboles que son abundantes por la comarca. He de salir a dar una vuelta para asegurarme de que empiezan a nevar los montes con su particular modo de hacerlo; pero me temo que no voy a ver el blanco característico de sus flores porque «con la que está cayendo…». Me refiero, como no podía ser de otro modo a la bajada de las temperaturas. No estamos acostumbrados a casi nada de lo que signifique un revés en nuestros planes y por todo «montamos un pollo» que -a mi entender- resulta desproporcionado las más de las veces. Además, los señores de Protección Civil se encargan de advertirnos y alarmarnos las más de las veces acerca de las consecuencias nefastas que pueden tener los sucesivos empeoramientos del tiempo atmosférico, que el otro ya se sabe que va a la suya. El lema parece ser «más vale prevenir que curar» que no está mal pensado pero que puede convertirse, si se abusa de él, en un «¡que viene el lobo, labradores…!» del cuento aquél de mi infancia lejana.

El invierno es estación de frío en estas latitudes y eso hay que considerarlo como un fenómeno normal. lo que pasa es que «lo normal» no «vende» y buscamos cosas que se salgan de la norma con el fin de asombrar a los demás y asombrarnos nosotros con lo que descubrimos que es distinto de lo habitual. Por ejemplo, cuando llegamos a Valencia los que vivimos en tierras más al norte, los interlocutores suelen decirnos: «qué frío tendréis alli…» y se extrañan de que respondamos que un poco más que el que tenemos durante la conversación. -¿Nieve? -No. Es difícil que nieve en

el pueblo. Inmediatamente perdemos interés para los demás como sujeto de conversación. Si hubiéramos respondido a la última pregunta con un: -Medio metro, nos hubiéramos transformado en el centro de todas las preguntas. Y no digo nada si hubiéramos estado aislados un par de días. La epopeya hubiera dado para mucho.

El frío se soporta abrigándose bien si hay que salir y teniendo calor en casa. Ninguna de las dos cosas es difícil de obtener en los tiempos que corren.

Al menos lo de «ni un hogar sin lumbre…» se va cumpliendo aunque resulte cada vez más difícil que se cumpla; lo que empieza a ser más problemático cada vez es lo de «ni un español sin pan».

... el cielo cada vez más gris y el horizonte más enmarañado...

Pero a pesar de la voluntad de que escampe, tenemos el cielo cada vez más gris y el horizonte más enmarañado, se pongan como se pongan los de la Protección Civil que, en este caso, intentan convencernos de que no es para tanto y hasta no hace mucho tildaban de antipatriotas y de catastrofistas a los que veían que la cosa no iba bien y que iba a peor. Ahora estamos abocados a bailarle el agua a «los chinitos» -no puedo evitar recordar las huchas del DOMUND y el dinero para las misiones- que nos pueden comprar en cuanto quieran y habrá que hacerle el caldo gordo a la señora Merkel que era una inútil en la apreciación del señor Rodríguez Zapatero que en cuestión de predecir el tiempo -y en otras muchas cuestiones- no tiene precio.

Con la que está cayendo, querremos -querrán- hacer todas las reformas a la vez y les van a salir mal todas. No quisiera encontrarme en la piel del señor Rajoy cuando llegado el momento, le toque gobernar. Más bien quisiera no ganar las elecciones… a no ser que lo tenga todo perfectamente planeado -no creo en los milagros- para que apenas hayan pasado los cien días de rigor, «ésto» funcione como una nación civilizada. Porque, antes de que transcurran los cien días, va a tener a la izquierda rampante y alborotadora en las calles vociferando que las cosas no han mejorado, que la crisis era estructural y que el señor Rodríguez Zapatero, sus ministros y las políticas seguidas durante estos años han sido lo mejor de lo mejor. Ya apunta por dónde van a ir los tiros, la declaración del presidente del gobierno cuando dice que lo mejor que ha hecho ha sido la ley de matrimonios homosexuales. Probablemente tenga razón y «éso» sea lo mejor que haya hecho, sin duda.

En fin, amigos, que éste es un jardín del que es difícil salir y sólo se hace con esfuerzo, con sacrificios, con trabajo ímprobo, con dejación de derechos en favor de obligaciones y con espíritu de nación, de pueblo, de grupo cohesionado. No vale mirar al cielo y quejarse del frío. No vale hablar del tiempo con la que está cayendo.

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