Cosas de José Antonio, para andar por casa…

Aquí se puede opinar con cortesía y "animus iocandi"

Archivo para el día “enero 19, 2011”

Insultad, insultad, malditos…

Me cuentan que anoche en «El Gato al Agua», don Antonio Miguel Carmona, contertulio de ese programa y habitual de la cadena, afeó a otros contertulios el hecho de haber insultado en un programa anterior, entre otros, al presidente del gobierno al que -según sus palabras- se llamó «tonto y descerebrado»; pero fue más allá el señor Carmona: me cuentan que llegó a decir que eso no se hubiera producido «de hallarse presente un socialista» y que en el programa de anoche, como estaba él, un insulto semejante no iba a tener lugar.

Me encanta el desparpajo de don Antonio Miguel y su manera de ser «echao p’alante». También me gusta su manera de llevar adelante los debates proponiéndose como víctima siempre -«es que no me dejáis hablar», «¿queréis dejarme hablar?»- con lo que consigue que el espectador poco avisado de sus mañas lo vea como un indefenso «pardal» rodeado de lobos. Aquí es donde brilla mejor su astucia, porque termina cruzándose de brazos y callando, enfurruñado, como un crío al que se le niega un pastel.

El señor Carmona en una foto de la página de Intereconomía

El insulto es una cosa fea, pero no tiene que ver con la descripción, que es una bella muestra de la capacidad del hombre para traer a la mente de los que escuchan imágenes que sugiere con su verbo. Probablemente ya no se acuerda de la reciente intervención en las cortes del señor Rajoy y de la «coña marinera» que se desprendía  de su modo de abordar el insulto. También tiene flaca la memoria cuando no se acuerda de los epítetos dedicados a don Adolfo Suárez – a la sazón Presidente del Gobierno- por el señor Guerra en los inicios de la democracia, ni los que sucesivamente se han venido dedicando unos a otros y otros a unos a lo largo de las diferentes legislaturas.

Otro de los recursos del señor Carmona es decir que él no insulta. Eso es cierto; no profiere un insulto directamente, pero insulta  a la inteligencia de los que tienen la paciencia de escucharle cuando , para argumentar, se hace los toros y se los torea. Eso, unido al manejo de sus habilidades como polemista, llevando el agua a su molino, hacen que parezca imbatible en el cara a cara.

Tiene razón el señor Carmona cuando pide respeto; debe obtener el mismo que él dispense a los demás. Entre las habilidades parlamentarias no figura ni la oratoria ni el ingenio. Todo el mundo se pone muy serio para leer lo que  -me temo que las más de las veces- les han escrito. Antes, en tiempos de la república, había una esgrima parlamentaria elegante, vistosa e ingeniosa. Todos hemos conocido anécdotas que así lo atestiguan, que nos han hecho sonreír  y que han servido para insultar al contrario sin recurrir al insulto directo.

Gritaba un miembro de la cámara dirigiéndose a otro de un partido contrario:

-«¡No escuchen sus señorías al diputado «fulano», que aún usa calzoncillos largos!»

-«¡Qué indiscreta ha sido la esposa de su señoría!» respondía el aludido, y no pasaba nada o se terminaba con un duelo a primera sangre que es una manera de preservar la especie.

Tiene razón el señor Carmona; no se debe insultar mal. No se puede llamar «tonto» a un presidente del gobierno; pero no hay ley que impida llamar presidente del gobierno a un tonto…

 

Navegador de artículos