Cosas de José Antonio, para andar por casa…

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Archivo para el día “enero 1, 2011”

Uno de enero

Toca dar consejos, recibirlos, expresar buenos deseos, admitir que te los expresen. Vale. ¿Y mañana, qué? Pues mañana será otro día, como lo fue ayer.

Lo del año nuevo y sus coletillas ya se ha pasado. Ahora la gente se ilusiona pensando el los Reyes que este año, ¡ay! traerán carbón a tutiplén porque los pobres están en crisis y no tienen euritos para poder gastar. Al menos, que el carbón que traigan sea comestible y algunos podrán seguir comiendo.

La tradición manda que ésta de los Reyes sea una fiesta de niños,

La Adoración de los Magos de Mengs

que aprovechamos los mayorotes para hacer trampa y regalarnos cosas que, a veces, ni nos hacen falta siquiera. Competimos en originalidad guiados hábilmente por los comerciantes que de tontos no tienen un pelo. Así, por un poco más de ilusión tenemos una cuesta de enero más empinada de acuerdo con el espíritu deportivo que nos llena de alegría y de gente corriendo por las calles después de haber pasado el día «currando»; pero como el doctor Bufalá -el de la COPE- ha dicho que ni un solo mamífero inmóvil y que antes café que sal para hacerles la «cusqui» a los del Pacto de Toledo, que los pobres no se aclaran,  pues todo el mundo en primer tiempo de saludo para atender a las recomendaciones de don Miguel y dispuestos a salir corriendo a la voz de ¡ar!

Pero dejémonos de disgresiones que nos apartan del propósito principal de esta entrada que no es otro que el de expresar las cogitaciones que me sugieren este día. Uno de enero… dos de febrero… y así hasta San Fermín, que probablemente contará con la repulsa de los antitaurinos y el regocijo de los taurófilos, pero ¡qué más da! Cada uno seguirá a lo suyo, a lo que pued, en cuanto hayan cantado el «pobre de mí», que es la mayor expresión de tristeza sobre la tierra toda; pero no porque no podamos seguir honrando al santo obispo, sino porque las fiestas se han terminado.

A nosotros, a los simples mortales nos importan el jolgorio y la holganza, que vienen a ser lo mismo. En mi pueblo, cuando hayan pasado los Reyes, pensaremos en San Antón que estará a quince días mal contados de distancia y en cuanto el fin de semana de la celebración del fallecimiento del eremita haya concluido estaremos en disposición de abordar los Carnavales aunque sea fiesta de escasa raigambre entre nosotros. De ahí a las Fallas, hay un paso, lo cierto es que largo en comparación con el resto de los pasos, pero Pascua y San Vicente, con su romería aguardan para comernos en La Esperanza los huevos duros y la «mona». Con el sabor de las lechugas recientes y de la longaniza seca aún en la boca se nos vendrán encima los calores del verano y todos los día serán de fiesta hasta San Juan, San Jaime, la Virgen de Agosto y cualquier otro pretexto para saltar a las fiestas grandes, que terminan casi sin querer en septiembre cuando atisbamos el «Nou d’Octubre» y el Puente del Pilar que no es una construcción sobre el Ebro como pudiera parecer. Noviembre llegará con Todos los Santos en combate  desigual con Halloween -que es fiesta que merece todo mi rechazo- salvo que El Corte Inglés decida algo en contrario, y en diciembre otra vez Navidad. Y después, Nochevieja y uno de enero…

Este año que empieza, 2011, es un año en el que no vamos a tener más remedio que trabajar…

 

 

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