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Archivo para el día “enero 4, 2011”

Las cabras y los cabritillos

Han nacido en un Portal… dos cabritillos. No sé si son macho y hembra o dos del mismo sexo, pero como»lo» del «género» me importa un pimiento, pues da lo mismo. Si uno o los dos son machos y llegan a adultos terminarán siendo unos cabrones de tomo y lomo. Desventajas de género.

 

Dos cabritillos han nacido en un Portal...

Las cabras tienen esas cosas; se ponen de parto y paren sin pensar en los euros del Gobierno ni nada; paren, arreglan a los recién nacidos y dejan que el cordón umbilical se les vaya secando con el paso del tiempo hasta que se caiga. Mientras tanto, dejan que sus hijos vayan mamando de sus ubres generosas. En cuanto a los pequeños,  se ponen en pie enseguida, maman mientras su madre les deja y en cuanto advierten algún mal gesto por parte de la segunda genitora, se aplican a comer de lo que haya por los alrededores, que son muy espartanas las cabras para esto de comer.

Digo todo esto porque, ante mi asombro, algunas madres jóvenes que paseaban a sus niños por delante del Belén de mi pueblo decían con asombro: -¡Chica mira!, si se ha levantado enseguida. O también: ¡Si se ha cogido a mamar ya!

Son los problemas de la civilización y del progreso. A fuerza de comprar en Mercadona  terminamos creyendo que la leche viene en cartones y que los tomates salen del frigorífico. ¡Ah! y que lo que hay que hacer para comer es tener dinero con el que comprar la comida. Craso error del que no voy a intentar sacar a nadie.

Las cabras son animales extraños, con una gran capacidad de supervivencia y que van a la suya sin preocuparse demasiado por los demás. Son, en este sentido, como los vecinos en los EUA o ya, -¡qué pena!- en las grandes ciudades de España. Cada uno mira por lo suyo y le importa poco lo que haga, bien o mal. el vecino, el próximo, el prójimo.

En los pueblos, por ahora, se sabe lo que hacemos todos, dentro de un orden, que saberlo todo de todos sería insoportable como un Gran Hermano a lo bestia. Por eso, entre el no querer saber nada del otro o saberlo todo de todos media un gran abismo que sólo algunos privilegiados, como el señor Pérez Rubalcaba, pueden saltar sin riesgo de estozolarse.

En fin, que una cabra ha parido dos cabritillos…

 

 

 

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